Hoy el viajero muestra a nuestro pueblo desde la lejanía.

Antes, cuando era más joven y las ausencias del pueblo eran más prolongadas, al acercarse al pueblo, al salvar la fuerte pendiente de las cuestas de La Parra, desde la ventanilla del Leda, medio de locomoción que utilizaba para venir, en otras ocasiones los coches de Floro y de Julián Vinagre, se le presentaba en la retina esta imagen. La emoción que le embargaba en esos momentos no la puede describir, no ya por la magnífica imagen que veía y que la fotografía reproduce, sino porque en este lugar tan maravilloso para él, tiene una parte muy importante de su vida, no sólo referida a las personas aquí residentes que quería y quiere, sino a sus andanzas juveniles, a sus años mozos allí vividos y de los que guarda tan gratísimos recuerdos y que revive cada vez que anda por sus encaladas calles empinadas.

El cielo azul y luminoso, cobija a Salvatierra de los Barros, que se encuentra aposentado a los pies de la sierra y que vigila su acontecer diario el grandioso Castillo.

Salvatierra es un pueblo pequeño, de población avejentada, que se sacudió como otros de Extremadura del olvido y la pobreza. Salvatierra es un pueblo con una gran herencia histórica, es además pueblo ganadero y agrícola, que produce excelentes vinos y mejores jamones y lomo ibérico. Salvatierra es pueblo alfarero por antonomasia, de arrieros, que vendieron los cacharros por el mundo y dejaron constancia de su existencia en lugares remotos, aunque haya que reconocer que como otros pueblos dedicados a la industria o artesanía, está pasando una mala situación económica, lo mejor de Salvatierra son sus buenas gentes, por todos este cúmulo de circunstancias Salvatierra merece ser visitado.

3 de junio de 2015