El viajero durante sus días de asueto en el pueblo, durante las fiestas de los “tosantos” y difuntos, ha paseado por el campo, mientras pasea, piensa que aunque siendo un día de un avanzado otoño, los calientes rayos del sol están aún con nosotros, parece más bien un día de primavera y no de esos melancólicos de la estación otoñal, este clima benigno tras las anteriores lluvias, ha favorecido al campo, en esta imagen tan sugerente apreciamos la verde y jugosa hierba que servirá de alimento para los animales y entre ella esas hermosas y humildes florecillas silvestres que adornan el paisaje.

En el entorno vemos varios rimeros o montones de ramas y leña, proceden de las higueras que su dueño mima y cuida. En unos días estos árboles de hoja caduca se quedarán totalmente desnudos, la savia que circula por los vasos de las plantas se retira, entonces el labrador ha aprovechado para podar su higueral y con ello facilitará el desarrollo de estos árboles que crecerán más fuertes y por consiguiente ese fruto dulce y delicioso que es el higo, será más abundante, volveremos a paladearlo si las circunstancias son favorables para el próximo verano.

13 de noviembre de 2014