Hace unos días comentábamos el interés que tenía en Septiembre de 1791 la Duquesa de Feria residente en Madrid, para que la informaran sobre la calidad de los cacharros que los alfareros de Salvatierra de los Barros nuestro pueblo, fabricaban, para su posterior adquisición.

Rápida fue la respuesta que se le dio el Contador del Ducado al Secretario de la Duquesa, decía así:

“Muy sor mio: Dando cumplimiento ala superior orden que Vmd. me comunica con 2 del corriente de la Excma. Sra. Duquesa mi ama y Sra. sre. (sobre) que de noticias de los Barros de Salvatierra (………) deboi decir a Vmd. para que sirba hacerlo presente a S.A. que dhos Barros que se fabrican en aquella villa son mui encarnados de una tez muy fina; le hacen sus bellas labores (……)? Salvilla y Basos, copas de todas magnitudes, Alcaruzas por el mismo orden, y algunas capaces de ponerse sobre estantes con sus pajaras sobre las asas del mismo material, copas de yerbas del propio Barro en donde estan y salen el agua para las obras deal con otras chucherias. Jarros de todos tamaños para beber con ellos que hacen el agua de mucho mejor gusto que el cristal por el buen olor que la comunican, aparentan mas años pasan por este Barro mas advierte su fragancia aunque no con tanto exceso como el de los Bucaros de Indias”

La carta está redactada en los términos que se utilizaban en la época, “salvilla” eran unas bandejas con encajaduras donde se colocaban las copas, tazas o jícaras. Se llama “alcarruza” a toda vasija de arcilla porosa y poco cocida, con propiedades de rezumar el agua cuya evaporación enfría el líquido contenido, que se queda en el interior. (Estas propiedades son las que posee el barro autóctono de Salvatierra de todos conocidas).

En la imagen cacharros de José María Guisado de su colección XL, vasijas que consideramos de gran belleza y calidad.

25 de octubre de 2015