Hoy el viajero muestra una de esas viejas puertas que los de mi generación hemos conocido de toda la vida, se encuentra en la calle el Cañito.

La puerta aparente tener sus achaques, pero no, si nos fijamos permanece sana y sin menoscabo alguno, por ello sus dueños habrán considerado que no es necesaria la intervención del albañil o del carpintero para sustituirla por otra de corte más moderno.

Es una de esas antiguas puertas de madera y dotada de postigo, de esas que se cerraban con tranco (se atrancaban), luego se aseguraba fechándola con la llave de regulares proporciones con la cerradura que se encuentra en el postigo. Ahora todo es más simple, con un pequeño llavín se cumplen las mismas funciones.

La parte inferior de la puerta ha sido reforzada con una placa de metal, para preservarla del agua de la lluvia. La pintura con los años se ha difuminado y ha perdido su primitivo color e intensidad.

Recuerdos de nuestro pasado…

26 de noviembre de 2014