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443.- DOCUMENTO EPISTOLAR ENTRE UN COMPRADOR DE CACHARROS Y UN ALFARERO DE SALVATIERRA DE LOS BARROS.

(443)1Ya han pasado más de 50 años desde que esta carta fue redactada, fue escrita por un comprador de cacharros de Fuente del Maestre, -por lo tanto, no cometemos ninguna indiscreción, sacándola a la luz-.

El contenido de la carta se refiere a un pedido de cacharros encargados con mucha urgencia, al alfarero Juan Nogales González (Cofata) para que le tuviera dispuesto el pedido, dado que la temporada de la venta de estos artículos estaba ya muy avanzada.

Por la curiosidad de su contenido, la hemos sacado a la luz, se la ha cedido a este viajero Juan Antonio Nogales Pérez, hijo de Juan, que la conserva en su archivo.

Esto es la historia de la alfarería de Salvatierra de los Barros, eran otros tiempos en los que la demanda de los cacharros, que los entendidos llaman “alfarería del agua”, estaban muy solicitados y eran estos los medios para comunicarse tanto el comprador como el vendedor, hasta el uso del teléfono estaba limitado, por entonces no todo el mundo tenía a sus manos un teléfono, sólo lo tenían los pudientes y algunos organismos oficiales.

La sencillez y confianza entre el comprador y el vendedo,r se hace patente, se puede apreciar perfectamente que sus relaciones eran muy cercanas, el comprador se dirige al alfarero con ese trato familiar y de amigos, en general era así, no como ahora, que las comunicaciones en general son meramente comerciales e impersonales, los compradores se dirigen comúnmente a a: sociedades anónimas, sociedades limitadas, comunidad de bienes… y los documentos en lugar de estas cartas entrañables, son las facturas saturadas de IVA y otros conceptos extraños. En ocasiones para realizar una comunicación por teléfono, sale el contestador automático y nos tenemos que resignar aunque hablemos con una máquina, en otras ocasiones las relaciones comerciales y hasta personales, son virtuales, se efectúan mediante Internet, correo electrónico WhatsApp, etc.

Por último, como se puede apreciar en la misiva, los cacharros se peticionaban por número de docenas, y se utilizaban nombres tan evocadores como chingues, pistolos, tenores, otros se les llamaban de a real, de a jilo…