Todavía en nuestro pueblo Salvatierra de los Barros se conserva esa magnífica costumbre y deseamos que por muchísimos años más de sacrificar un cerdo en las casas cuyos productos servirán como principal fuente de consumo y alimentación para la familia durante el transcurso de todo un año, no obstante, hay que reconocer que cada vez son menos los cerdos que se sacrifican en el pueblo ya que en el mercado de ordinario están a la venta todos los derivados de este animal bien sea de forma fresca o elaborados.

Era antes cuando el guarro era una especie de despensa para la familia; de sus productos elaborados y conservados se tiraba durante el transcurso del año, el ama de casa preparaba la alforja y en ella llevaba el marido su comida que le serviría de alimento para soportar el duro trabajo del campo, “la cabaña” le decían, consistente principalmente en tocino, morcilla y alguna otra presa que se consumía de ordinario con un buen gazpacho al estilo extremeño como es natural.

En la misma calle se llevaba a cabo el sacrificio del cerdo y allí mismo se chamuscaba y se abría sobre una mesa tosca y rudimentaria donde el matachín seleccionaba sus carnes. Era un día de fiesta no solo para los moradores de la casa sino que también lo era para los vecinos que cooperaban en todas las faenas y en especial la chiquillería que disfrutaba en el jolgorio.

Hoy sacamos esta fotografía que nos muestra una de estas matanzas domiciliarias, en ella vemos las carnes a la espera de que se oreen y se enfríen para su posterior elaboración y transformación en los exquisitos productos que el cerdo ibérico de nuestro pueblo da: morcillas, chorizos, salchichones, tocinos, etc.