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654.- UNA ANTIGUA ALFARERIA Y UNA PEQUEÑA MUESTRA DE DICHA ALFARERIA DE SALVATIERRA DE LOS BARROS.

Es frecuente oír la frase referida a una persona jubilada por parte de los demás “éste ya no es nada”, o que antes era y ahora ya no es. Uno, como jubilado, hasta cierto punto está conforme con esta aseveración, pero reconoce que de lo que fue siempre algo quedará algo que permanecerá de forma indeleble en su mente y corazón de las actividades profesionales que desarrolló durante su vida activa y que fueron las que forjaron su personalidad.

Un ejemplo de ello son nuestros alfareros jubilados, ellos son y seguirán siendo alfareros al igual que lo son los de otros ramos profesionales, hasta que la muerte los arrebate de este mundo, esto viene a propósito para indicar que el viajero en sus callejeos por el pueblo, pasó por una antigua alfarería que ya se encuentra inactiva; su titular se ha jubilado por motivos de la edad, al pasar a su interior el viajero se fija que el espacio en el cual en su día estuvo instalada la pila del barro, justamente al lado del pozo, la “rafa” y el horno de cocer los cacharros, el espacio ha sido remodelado de forma tal que es irreconocible.

El viejo alfarero le cuenta al viajero, que sus hijos no han querido continuar la tradición a cuyo oficio él ha pertenecido en cuerpo y alma, siguiendo los pasos de sus antepasados de dos o tres generaciones.

Ahora el lugar donde tanto trajinó durante tan dilatado espacio de tiempo junto con su esposa, lo ha convertido en un salón donde tiene instalada una mesa camilla y su televisor de plasma para disfrutar de los ratos agradables de la jubilación que tiene bien merecidos.

Al viejo alfarero no se le ha ido el “coquillo” del barro, actualmente la estancia la tiene decorada con motivos de su profesión a la que tanto amó, es una sencilla colección en la que podemos ver lo que se muestra en la foto: Varias piezas de ese barro “colorao” que salieron de sus manos, además de un pico para extraer el barro y otras herramientas como el “jurgón” que se utilizaban para mover las brasas durante el proceso de cocción de los cacharros, un serón o una espuerta de esparto, en fin, también vemos el esqueleto de una antigua rueda de palo, que tuvo que mover y hacerla funcionar con el pie,, muy diferente a las de ahora, que están dotadas de un motor eléctrico. Todo muy sencillo pero muy entrañable.

Son los recuerdos de su profesión, de aquello que pasó y que no volverá…

17 de marzo de 2015